Zamora nunca destacó por su industria metalúrgica o automovilística, pero a cambio si ha sido durante los últimos 127 años una provincia con implantación y expansión de las industrias harinera y galletera. La última de ellas representada por instalaciones que en el pasado dieron un aroma dulce a la ciudad, como las de Reglero, Vaisa o Villaseco. En el caso de la industria harinera, el potencial de Zamora se ha mantenido pese a la reducción del número de fábricas con la crisis del sector.

A principios del siglo XX, cuando El Adelanto era aún un periódico joven que no había alcanzado la mayoría de edad, Zamora era una ciudad que con dificultad superaba los 16.000 habitantes. Con el paso de las décadas la ciudad fue creciendo y sus calles ampliándose. En los últimos quince años del siglo XIX el desembarco de El Adelanto en la ciudad vecina coincidió con la época de la llegada del modernismo que permitió recuperar el tiempo perdido con las guerras carlistas, según recoge el historiador Miguel Angel Mateos en un análisis de aquella época.

Afloraron a finales del XIX y principios del XX edificios emblemáticos. Fue en esos años cuando se edificó la mayor parte de los edificios de la calle Balborraz que le han hecho merecedora del premio Europa Nostra. Además, se configuró la arquitectura más destacada del corredor entre la Plaza Mayor y la actual plaza de La Marina. El edificio de las Cariátides, el del Casino o el antiguo Banco de España, actual sede de Caja Duero, son ejemplos de esa arquitectura que también tuvo expresiones en lo que entonces se consideraban los arrabales, como es el caso de la plaza de toros conduida a finales del siglo XIX. Avanzado el siglo XX, con la posguerra, Zamora experimentó un resurgimiento comercial que dio lugar a afamadas tiendas tradicionales hoy desaparecidas como García Casado, el BazarJ, Siro Gay, ferreterías como El Candado y La Reja o pastelerías como Reglero y El buen gusto. También se erigieron en esa época de posguerra y mediados de siglo XX bancos notables de la época como el Banco Herrero, Banesto o el Hispano Americano, a los que en los años sesenta siguió Caja Zamora, hoy llamada Caja España.

En Zamora no hubo en el siglo XX industria siderúrgica ni textil de importancia, pero en cambio sí que floreció a finales del XIX y durante el siglo XX la industria harinera representada en la ciudad en la fábrica de harinas Gabino Bobo, construida en 1907 por Segundo Viloria, a la que diez años después se sumó la fábrica de harinas Rubio, del arquitecto Gregorio Pérez-Arribas. En la segunda mitad del siglo XX la ciudad continuó su transformación hacia el futuro con otros edificios que hoy en día son ya parte inconfundible de la ciudad. Como ejemplo, dos edificios de los años ochenta conocidos por todos los zamoranos: la antigua Caja Zamora, hoy sede de la junta de Castilla y León, o el Banco de España de la plaza de Cristo Rey, del que destaca la rejería de José Luis Coomonte. A finales del siglo XX y principios del XXI la época contemporánea ha dado paso a otros edificios que atesoran premios arquitectónicos, como la Fundación Rei Afonso Henriques construida sobre los antiguos muros del convento de San Francisco, el recinto ferial de Zamora o el Museo Etnográfico de Castilla y León.

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