por Braulio Llamero(*)

En cuanto lo vi acercarse, supe que el patrón iba a darme alguna mala noticia. No venía como otras veces: ágil, sonriendo y mirándome de "esa" manera. Arrastraba un poco los pies, tenía el semblante serio y se acariciaba el bigote. Esto último, sobre todo, es la clave. Cuando el patrón Carbajo se acariciaba el bigote, mal asunto. Algo le preocupa o no sabe cómo soltar lo que, de todas, todas, tendrá que soltar.

-Verás-empezó a decirme, posando su mano sobre su cabeza metálica-, ya sabes que estoy muy contento contigo. eres un gran molino, el mejor de todos los que conozco. Pero el caso es que los tiempos avanzan, el mundo cambia, nos han hecho europeos y, para colmo, el mundo se está haciendo global. Así que he pensado en ponerte un compañero.
Me quedé de hojalata. Aquello, más que una mala noticia, era la noticia más extrañísima que había oído jamás.
-¿Qué?¿Cómo?¿Un compañero?
El patrón asintió y esbozó la primera sonrisa.
-Otro molino, sí. Te lo voy a poner aquí mismo, enfrente. Así no tendrás que seguir trabajando tanto y a todas horas. Y dispondrás de alguien con quien hablar, suponiendo que los molinos habléis...
Me ofendió esto último, la verdad:
-¡Pues claro que hablamos! Lo que pasa es que los humanos creéis que todo lo que no sea hablar como vosotros se llama ruido. Y no, el ruido de los molinos es el sonido de nuestra conversación.
-Sí, bueno, no te enfades, ya me imaginaba yo que...
-Pero eso no quiere decir que necesite un compañero ni un ayudante. Me basto y me sobro para moler todo lo que haga falta. Y lo he demostrado. Además, no quiero jubilarme. A mí lo que más me gusta en el mundo es moler y sólo moler.
-Tranquilo, viejo molino, que no te voy a jubilar. ¡Qué más quisieras tú! Trabajaréis los dos, codo con codo; bueno, con lo equivalente en vosotros a los codos...
Y se fue.
-Y yo me quede bastante enfadado porque la noticia me olía a lo que me olía , a jubilación prematura y esas cosas.

El caso, en fin, es que a los pocos días llegó el nuevo. Por fuera, tengo que reconocerlo, se me parecía un poquito. Incluso bastante. Pero sólo por fuera. En realidad venía de estudiar en Suiza y se veía que era algo chulillo y pagado de si mismo.
-¡Macho, pero si tu eres toda una antigüedad!
Eso fue lo que primero que, el muy grosero, me dijo.

-De antigüedad nada, monada. Estoy como si tuviera veinte años.
-Pero tienes cincuenta, que ya me he enterado.
-Funciono como el primer día, "espabilao". Así que lo de la edad es pura cronología. Ya veremos si duras tu tanto, a pleno rendimiento como un servidor y con este aspecto.
-Bueno, bueno, no te pongas así. Eres uno de mis antepasados y te tengo respeto, no creas.
-Pues yo a tí ninguno, listín.
Eso al nuevo, al suizo, le fastidió. Así que nos pusimos a discutir un buen ratito.
-Supongo que sabes que soy tres veces más rápido que tú.
-Pues te cansarás tres veces antes, ¡no te digo!
-Que te crees tu eso. Además, yo tengo un cerebro mejor: es todo informático. Y todos mis mecanismos son de última generación, ¿entiendes? A mi lado no tienes nada que hacer.
-Ya veremos si tu harina es tan buena como la mía.
-Quizá mejor, abuelo: también eso se ha estudiado para mejorarme.
-Bueno, mira, déjame en paz con mi molienda y atiende tu a la tuya, que me parece que te estás pasando ocho costales de trigo, guapín de cara.

Sí, es verdad. No pude evitarlo. Me cayó fatal los primeros días el tal Bühler, que es como por lo visto se llama. Y casi no volvimos a hablar en varias semanas. Aunque después, también tengo que reconocerlo, me ha empezado a caer mejor. No trabaja mal, pese a ser suizo y no como yo, cien por cien nacional: Barcelona-Madrid he llevado siempre escrito con orgullo en la parte frontal. De hecho, me temo que es verdad que, pese a ser más rápido que yo, no lo hace peor, aunque uno lleve cincuenta años metido en el negocio.
Un día en que el nuevo estaba desconectado para una revisión en profundidad y no podía oírme, se lo confesé al patrón:
-No es malo el fichaje, no. Un poco chulín, pero lo hace bastante bien.
Sonrió el jefe Carbajo.
-Esta empresa es muy antigua y tanto tú como yo necesitamos renovarnos con savia nueva. Entramos, viejo amigo, en el tercer milenio. Este molino, después llamado industria harinera o fábrica de harinas, nació en el siglo diecinueve. Se dice pronto, ¿eh?. Desde la guerra de Cuba incluida, ha sobrevivido a dos guerras mundiales y una civil, y a los duros períodos de la posguerra con sus secuelas de escasez, autarquía...
Desconecté y me concentré en la molienda. Quiero mucho al patrón. ¡Pero cuando se pone nostálgico y recuerda toda la historia de nuestra empresa que, además de larguísima, me sé casi de memoria...!

En todo caso, el nuevo y yo acabaremos haciendo un buen equipo, me parece. Incluso empiezo a mirarlo como si de verdad fuera un nieto del que sentirme orgulloso. Se ve que incluso los molinos, con el paso del tiempo, nos volvemos sentimentales. Además, aunque en la vida se lo pienso reconocer a él, sé que Bühler, el Suizo, es el molino que necesita el patrón para el próximo siglo. Yo bastante he hecho con ser el del XX... Más lo que aún me quede.

(*) Cuento escrito con motivo de la inauguración de un nuevo molino Bühler en GABINO BOBO, S.A.

LOS COLORES DEL MOLINO
Para los filósofos de MILETO (Grecia VII a. C.) AIRE, AGUA Y FUEGO eran los tres elementos esenciales de la naturaleza, a los que EMPEDOCLES (Sicilia IV a.C.) añadió uno más, LA TIERRA.

La conjunción de los CUATRO ELEMENTOS, no sólo es imprescindible para producir el trigo, sino para su molienda y transformación en harina y salvados.

Como reconocimiento de esta realidad y señal de que nuestro proceso de fabricación es respetuoso con la naturaleza, los pisos del molino simbolizan, con el color de su techo, cada uno de los cuatro elementos.

rojo.jpg (1099 bytes) es el FUEGO del sol, calor del trigo y principio de todas las energías que hacen girar, sin fin, los motores del molino.
pardo.jpg (1072 bytes) es el color de nuestra TIERRA, de pan llevar, que cría doradas mieses para el molino.
verde.jpg (1094 bytes) es el AGUA de nuestro Duero, que riega el grano y, al cabo, lo pone en sazón para el molino.
azul.jpg (1055 bytes) es nuestro CIELO, cuyo aire, tomado para transportar, ventilar y separar la molienda, vuelve limpio a la atmósfera a través de los filtros del molino.

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